La identidad digital (también llamada identidad 2.0) es lo que somos para otros en la red o, mejor dicho, lo que la red dice que somos a los demás. Es el rastro que cada usuario de Internet deja en la red como resultado de su interrelación con otros usuarios o con la generación de contenidos.
El rastro que conforma la identidad digital está formado por una serie de impactos de distinta procedencia. Algunos de ellos son:
- Perfiles personales en redes sociales y profesionales, en portales de búsqueda de empleo.
- Contenidos digitales: fotos en redes sociales, vídeos, presentaciones, documentos publicados en webs, una web personal, un blog…
- Comentarios en foros, blogs, portales de información, redes sociales...
- Amigos, contactos, seguidores y a quienes seguimos…
- Direcciones de correo electrónico.
- Mensajería instantánea.
Construimos una identidad digital a partir de todas nuestras actuaciones en el ciberespacio (imágenes, comentarios, links visitados, lugares donde publicamos nuestros datos...); nuestra identidad digital se relaciona entonces con la de los demás y es vista por tod@s de una forma subjetiva que definirá nuestra reputación digital. Los demás nos verán de un modo u otro según nuestras actuaciones, por ello, una de las competencias personales necesarias en la sociedad actual para el ciudadano digital es el saber gestionar su propia identidad digital, actuando de una manera ética y legal, dentro de una correcta cultura de la participación.
Lo cierto es que, en el mundo digitalizado en el que vivimos, tener una identidad o una reputación buena en la red nos evitará muchos quebraderos de cabeza. Por eso, en una próximo entrada recopilaré algunos consejos para proteger nuestra identidad digital.
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